Los todistas son una raza en extinción: especialistas en no tener especialidades; estrategas en no tener estrategias; decididos a no tomar decisiones; carentes de vocación y el sentido especulativo de la conveniencia y la oportunidad. Seren, la señora que escribe en este blog, ha desarrollado, durante su amplio y diversificado paso por el todismo, todo tipo de diligencias laborales dignas de una pesadilla de Borges: lavaplatos, mucama, cartonera, canillita, empleada de veterinaria; barman, camarera, ayudante de sastre, vendedora ambulante, albañil, barista. Ella vendría a ser lo que en inglés se llama 'blue collar', o la gente que no tiene título universitario y desempeña tareas no profesionales. Esta mujer, como el resto de los todistas, tiene un sentido y comprensión estético mas bien ecléctico y difuso. No sabe la diferencia entre Barroco y Rococó; siempre supuso que Manet era Monet ( o viceversa ); o confunde el Art Decó con el Art Nouveau. Escribe con faltas de ortografía, se desentiende de la sintaxis, no entiende dónde van las comas; pero por otra lado, gusta de sacar fotos, martirizar relojes, ir a museos, visitar artistas y contar qué ve y cómo lo siente y experimenta. Señoras y señores, no los entretengo mas: Bienvenidos a Seren Vintage Watch Gallery

viernes, 1 de mayo de 2015

Murales de Las Galerías Pacífico

Muchos de los edificios emblemáticos de la ciudad de Buenos Aires han acompañado los vaivenes de la reciente historia argentina. Tal es el caso de las Galerías Pacífico: otrora Museo Nacional de Bellas Artes, luego sede del Ferrocarril Argentino hacia el Pacífico - período en el que se pintaron los murales -; después Centro Clandestino de Detención - durante la última disctadura militar - y finalmente Centro Comercial.
Es en 1946 en el que se encarga a 5 renombrados muralistas argentinos la pintura de la cúpula central del edificio. Berni, Spillimbergo, Castagnino, Colmeiro y Urruchúa expresaron en sus murales mucho de lo que pensaban y sentían en aquellos momentos sin guardar relación lógica entre las composiciones. Esa disposición un tanto inconexa e ilógica lo han trasformado en un conjunto de una disparidad deslumbrante que atrae turistas, admiradores y estudiosos del mundo entero.
Se los recomiendo, a quién quiera y pueda acercarse: 435 metros cuadrados de emoción, belleza, alegorías porteñas y completa lujuria de arte.



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