Los todistas son una raza en extinción: especialistas en no tener especialidades; estrategas en no tener estrategias; decididos a no tomar decisiones; carentes de vocación y el sentido especulativo de la conveniencia y la oportunidad. Seren, la señora que escribe en este blog, ha desarrollado, durante su amplio y diversificado paso por el todismo, todo tipo de diligencias laborales dignas de una pesadilla de Borges: lavaplatos, mucama, cartonera, canillita, empleada de veterinaria; barman, camarera, ayudante de sastre, vendedora ambulante, albañil, barista. Ella vendría a ser lo que en inglés se llama 'blue collar', o la gente que no tiene título universitario y desempeña tareas no profesionales. Esta mujer, como el resto de los todistas, tiene un sentido y comprensión estético mas bien ecléctico y difuso. No sabe la diferencia entre Barroco y Rococó; siempre supuso que Manet era Monet ( o viceversa ); o confunde el Art Decó con el Art Nouveau. Escribe con faltas de ortografía, se desentiende de la sintaxis, no entiende dónde van las comas; pero por otra lado, gusta de sacar fotos, martirizar relojes, ir a museos, visitar artistas y contar qué ve y cómo lo siente y experimenta. Señoras y señores, no los entretengo mas: Bienvenidos a Seren Vintage Watch Gallery

Citizen Automatic calibre Citizen 6501 ( 1972 )

A estas alturas debo confesar que me gustan más los Miyota ( los cuarzos Citizen ) que los mecánicos. Pero el movimiento 6501 siempre me sedujo. Es el último calibre automático firmado Citizen antes que todo se desplomase con el cuarzo en los primeros setentas.
Tiene un tamaño cadete ( ni chico ni grande ) que lo hace fantástico porque va bien en la muñeca de la dama y el caballero. El reloj es todo original y tiene una esfera increíble. Acá está el muchacho:










Acompaña al Citizen el siguiente poema:


Un imperioso dilema arroba mi sueño,
con soberbias alabanzas rollizas de placer,
porque trémula mi deseo a la vera de tu magn ánima sombra,
al aspirar convulso la marea que provocan;
tu esplendor de ogur cándido e inclemente,
tu postura cabdal desprovista de agonía,
tu rocosa norma fantástica y complaciente,
y tu piel inundada de obcecados ruegos.

Déjame sorber el licor de tu bella superioridad,
o nadar en detrimento a la jubilosa continencia,
de comer hasta morir en ese profundo vientre de libamen,
o cavar hondo en ese vasto cociente de bohemia salvaje;
tus nervios son un sarcasmo herido de estima,
tu rostro es una esbelto espasmo soldado con dolor,
tus manos son ácidos discursos brutales y crueles,
y tus labios el grávido motivo de mi llanto ausente.

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