La herencia es una línea aleatoria entre aquello lejano, contundente e imaginado y un presente efímero y fugaz. Esas líneas tienen como trasfondo un plano, una superficie donde quedan plasmadas en forma de arte, cultura, sociedad, religión y experiencia nuestras vidas y la de otros, esos otros que contribuyeron a ese ser siendo de hoy que somos nosotros mismos.
Las curvas devuelven volumen a aquello que necesita desviarse, doblarse o torcerse. Las curvas son ese elemento visual e imaginario para acomodar espacios, maquetarlos y darles límites. Aunque se sabe qué harto difícil es descomponer un espacio, seccionarlo y catalogarlo, por mas que sean líneas.
Susana Yamashiro logra en su bella muestra una excelente amalgama de líneas mínimas, planos multiformes, curvas forzadas y elegantes, y espacios interminables en los que los papeles, los acrílicos, los colores potentes, las formas insinuadas o contundentes y los signos unívocos nos llevan lejos y cerca al mismo tiempo. Lejos de las raíces de Susana, cerca de su creación personalísima y de una fenomenal frescura.
El recorrido por la muestra de Susana Yamashiro en el Centro Cultural Borges tiene, además, un atractivo adicional: el reflejo de nosotros mismos en su instalación. Los reflejos que juegan como en un teatro de espejos a darnos la ilusión de sentirnos parte de la obra, como un guiso simpático entre los protagonistas inesperados: la artista, su creación y los espectadores.
¡ No se la pierdan ! Hay tiempo hasta el 12 de febrero
http://www.susanayamashiro.com/
http://www.ccborges.org.ar/actuales/susana-yamashiro.htm
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