Argentina supo ser, como ustedes ya saben, un país de venas y flema ferroviaria. Todo, o casi todo, giraba, se discutía, se construía, se proyectaba y se soñaba a partir de las vías del Ferrocarril.
El reloj que les muestro no tiene nada que lo haga excepcional, no tiene casi interés mecánico de relevancia y tampoco pasará a la historia de los Relojes Monumentales Argentinos. Pero desde que lo conozco no he dejado pasar oportunidad de admirarlo por lo sencillo y simple que es. Este reloj está empotrado en un edificio construido por el arquitecto Enrique Chanourdie en 1928. Chanourdie fue un hombre preocupado por las transformaciones que conllevaban la trasformación de Buenos Aires de aldea a gran ciudad y por dotarla, a partir de sus proyectos, con edificios simples, bellos, sólidos y visualmente adaptables a su entorno. Y el reloj, claro, no se apartó de esa lógica. Tiene esfera muy limpia, es muy despojado y a pesar de su pequeño tamaño perfectamente visible a media distancia.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario