Los todistas son una raza en extinción: especialistas en no tener especialidades; estrategas en no tener estrategias; decididos a no tomar decisiones; carentes de vocación y el sentido especulativo de la conveniencia y la oportunidad. Seren, la señora que escribe en este blog, ha desarrollado, durante su amplio y diversificado paso por el todismo, todo tipo de diligencias laborales dignas de una pesadilla de Borges: lavaplatos, mucama, cartonera, canillita, empleada de veterinaria; barman, camarera, ayudante de sastre, vendedora ambulante, albañil, barista. Ella vendría a ser lo que en inglés se llama 'blue collar', o la gente que no tiene título universitario y desempeña tareas no profesionales. Esta mujer, como el resto de los todistas, tiene un sentido y comprensión estético mas bien ecléctico y difuso. No sabe la diferencia entre Barroco y Rococó; siempre supuso que Manet era Monet ( o viceversa ); o confunde el Art Decó con el Art Nouveau. Escribe con faltas de ortografía, se desentiende de la sintaxis, no entiende dónde van las comas; pero por otra lado, gusta de sacar fotos, martirizar relojes, ir a museos, visitar artistas y contar qué ve y cómo lo siente y experimenta. Señoras y señores, no los entretengo mas: Bienvenidos a Seren Vintage Watch Gallery

Leí un libro

El comienzo de este artículo tiene inicio en el final de un tema propuesto por un compañero del foro FdR. ( Foro de Relojes ).

Pues la cuestión es: hace unos meses colgó un hilo llamado “voy a leer un libro”en el que nos avisaba a los foreros de FdR que daría cuenta lectora de la historia novelada del maestro relojero español José Rodríguez Losada y sus peripecias por la vida, que han sido muchas e interesantes. El libro en cuestión es El Relojero de la Puerta del Sol, escrito por Emilio Lara.



Si me lo permiten ( sé que sí ) deseo decir algunas cosas con respecto al libro.

La ficción histórica y/o historia novelada es un estilo de escritura bastante utilizado cuando las referencias históricas consistentes escasean y uno tiene que tender mano a la creatividad. No lo digo yo, por supuesto, lo dice el mismísimo autor en las páginas finales del libro ( p. 340 ) al sostener que: “[I] Los datos bibliográficos de Losada son escasos e incluso contradictorios”[/I]. Por eso no me sorprende que este autor, en un acto de puro ejercicio de un estilo que maneja al dedillo, se haya despachado con 342 páginas sobre un hombre del que se sabe muy poco y se habla mucho mucho.
Lara hace mención a varias fuentes bibliográficas para componer el libro, todo un acierto de su parte. Y gracias a esa bibliografía ( acertadísima, vuelvo a decir ) Lara puede hacer una magnífica composición ambiental y social de cómo se veía Londres en el siglo XIX y las relaciones interpersonales de los exiliados españoles en esa ciudad;nos permite  entrar en la intimidad de personajes tan contradictorios como contemporáneos, por ejemplo el General Prim ( un completo desconocido por mí ), Fernando VII, el detrás de bambalinas de la corte Británica, las charlas con Charles Dickens y Lewis Caroll; o la relación polivalente y contradictoria del mismo Losada con su país, España.
Lara escribe, sin embargo, para españoles. Lo cual está muy bien. Pero nos deja afuera al resto de los hispano-lectores. No quiero exagerar, pero recurrí unas 20 veces al diccionario para buscar palabras.
Quizás a Lara y la editora no les interesa el mercado Americano; posiblemente, y solo es una hipótesis mía, al ser Losada un relojero español con su fama adquirida y cimentada en Europa poco hay para los curiosos que nos asomamos del otro lado del océano.
Palabras como: faltriquera, escalfar, chumbera, caliqueño, cureña o emperejilada por unos segundos han entrado en mi vocabulario para perderse a los segundos otra vez... deberé buscarlas nuevamente para ver si logro retener su significado.

Pero no crean... que el libro me gustó. Me lo leí de un tirón, casi, en tres tardes. El señor Lara ( que exhibe en solapa de portada su brilloso curriculum ) es un caballero con oficio y sabe cómo mantener a sus lectores al pie de las páginas que corren rápido hasta el final. Quizás Lara cansa un poco al repetir cada 10 páginas que Losada había aceptado reparar el Big Ben solo por amor propio... me parece que eso no se lo debe haber creído ni el mismísimo Losada ( que mientras el señor Lara escribía lo debe haber mirado desde los cielos con rictus desaprobador... ).
Otra repetición casi absurda cada pocas páginas: que el Big Ben le sacaba tiempo a Losada  para “la obra de su vida” ( p. 15 ), “su gran obra pendiente “( p. 40); “su obra cumbre”( p. 69); su creación”( p. 161); “para trabajar en el reloj de sus desvelos”( p. 186). En fin, el abominable Big Ben le sacaba tiempo la Losada, según imagina Lara, para “ centrarse en su creación “( otra vez página 186). Y así mas o menos transcurre el tema: Reloj de Puerta del Sol - niño bueno- Reloj Big Ben- niño malcriado que hace lo que quiere.
Si no lo dije ya lo digo ahora: los capítulos del libro están divididos por saltos en el tiempo entre un presente en marzo de 1866 ( posiblemente la fecha en la que Losada trabajó en el mecanismo del reloj londinense ) y vueltas hacia atrás que explican con abundancia de adjetivos descriptivos y llamativas conjunciones la infancia de pastor de Losada, su paso por el ejército, su llegada a Londres como exiliado político y su entrada triunfal en el universo relojil. Y de como de peón de limpieza llega a dueño y señor de una relojería reconocida y admirada en su tiempo y en este tiempo.
Miren cómo serán de buenos los Losada que han tenido su correspondiente cuota de Swiss Fake Pocket Watch. Los suizos no perdonaron ni a este caballero de la dura y complicada León.

La novela tiene un final poco entendible, a mi gusto. Puede que sea una cuestión cultural. En mi país no se cuentan uvas ni menos que menos se las traga con las campanadas, no existe un reloj emblemático ni tan carismático, ni tenemos por costumbre esperar el año nuevo y despedir el viejo al aire libre y en multitud. Los festejos de fin de año en las pampas suelen ser puertas adentro con familia y/o amigos, con profusión de fuegos de artificio y mucha comida hipercalórica para los 35 grados que suelen coronar los 31 y 1 de año. En mi país de adopción es diferente. pero esa es otra historia.

Las páginas del epílogo sobran, para mi gusto, pero repito que es una sensación personal. Ese final desmerece un poco todo el trabajo anterior, que como ya dije, es excelente. La crítica, bastante constructiva, tiene una base de sustentación: cuando se termina la historia del relojero y sus hazañas nada mas hay que agregar. Pues todo español sabe de qué va el Reloj de la Puerta del Sol, comerse las uvas y toda la ceremonia.
Quizás Lara se dio cuenta de ese error. Quizás no le importa. Quién sabe.
Quizás no tenga cerca un lector-amigo con la suficiente carga de subjetividad como para decirle: en la próxima edición del libro sacá ese epílogo...

Como ya comenté, los suizos dieron buena cuenta de fackear los Losada sin contemplaciones ¡¡¡ jajaaa !!! Pero en el caso de los Losada ( al contrario de los relojes de bolsillo de USA ) los suizos no se esmeraron mucho. Posiblemente por las carísimas y decoradísimas cajas y los detalles de distinción que eran casi el ADN de los Losada. Don José Rodríguez L. debe haber sido un perfeccionista y un macro detallista. Los pocos relojes de bolsillo auténticos de este Leonés que cada tanto salen a la venta son fabulosos; también era un relojero reconocido por las complicaciones, por la elegancia de las piezas y por la belleza de los calibres.

Pero sigo con el libro.
Emilio Lara recurre a dos fuentes para rearmar vida y obra del ilustre Leonés: Roberto Moreno García y su “José Rodríguez Losada: Vida y Obra”; y Luis Alonso Luengo y su “El reloj de la Puerta del Sol: vida y genio de su constructor Losada”.
Sobre el libro de Luengo: también lo leí. Pero en este caso me bajé el PDF al ser imposible comprar el libro físico.
Si me permiten haré un paréntesis en el hilo para referir unos pocos párrafos al libro de Luengo.
Luengo, que ha escrito un bello libro también, navega por aguas no puramente históricas, en algunos casos. Ya desde el primer capítulo ( el encuentro de Losada con el hijo de uno de sus enemigos, el poeta José Zorrilla ) vemos que recurre también a la la forma de ficción histórica recreando diálogos y situaciones que pueden haber pasado pero que no hay demasiada seguridad que efectivamente lo relatado haya pasado así. Recurso que, como ya dije, nada tiene de malo, antes al contrario, nos sirve para situarnos en espacio y tiempo de cómo estos dos grandes españoles se encontraron en Londres. La principal fuente documental de Luengo es el propio poeta Zorilla, todo un acierto. Pues si se leen los libros de Lara y Luengo notarán que se complementan a la perfección.
De este encuentro, Losada relojero y Zorilla poeta, que será una amistad de acero, nacen larguísimos y bellos poemas que ilustran la vida y obra de Losada, el relojero de León que triunfa en Londres.
En el capítulo 2 ya aprenderemos que Losada era de familia hidalga y acomodada. Cuestión que se intuye en el libro de Lara ( aunque Lara lo sitúa a Losada en un hogar pobre ) pues el joven liberal... sabía leer y escribir. Leer y escribir no eran para nada comunes en aquellos años, solo las personas con recursos y abolengo llegaban a tener un cierto nivel de educación.
El capítulo 3 habla de Losada en las armas y sus encuentros con su máximo enemigo: el padre del poeta Zorrilla. Y así siguen los capítulos: desgranando las aventuras de Losada en Londres y su ascenso de peón de limpieza en una relojería hasta llegar a dueño.
Ambos libros, el de Lara y el de Luengo, son extremadamente entretenidos, muy bien escritos ( Luengo tiene una prosa mucho mas fácil para los de América Latina ) y con un toque romántico que convierte a Losada en la estrella indiscutida del firmamento relojil de la Inglaterra Victoriana.
En el capítulo 6 Luengo propone un acercamiento a los participantes de la “Tertulia del Habla Española “ en la que enemigos en la ideología dialogaban y compartían espacio en la trastienda de la relojería Losada. Estos hombres cumplían un denominador común: eran exiliados políticos españoles y habían elegido Londres para su residencia temporaria.
Entre las páginas 143 y 152 Luengo dá cuenta de los derroteros y vicisitudes del reloj de la Puerta del Sol regalado por Losada a su amado país. Y en el último capítulo hace un repaso por alguno de los relojes monumentales, de mesa, cronómetros marinos y de bolsillo de Losada en territorio español.

Pongo a continuación algunas fotos del Reloj de la Puerta del Sol, protagonista junto con Losada de este hilo. También pongo fotos de otros dos relojes monumentales de Losada: el de la Catedral de Málaga y el de la Parroquia de la Inmaculada Concepción de Sevilla ( ese reloj, previamente, estuvo en el Ayuntamiento ). Y también unas fotos de cronómetros y reloj de bolsillo Losada.
Aclaro que son todas fotos de la web. Y también aclaro que no deseo hacer una recopilación de todos sus relojes.









No hay comentarios.:

Publicar un comentario