Los todistas son una raza en extinción: especialistas en no tener especialidades; estrategas en no tener estrategias; decididos a no tomar decisiones; carentes de vocación y el sentido especulativo de la conveniencia y la oportunidad. Seren, la señora que escribe en este blog, ha desarrollado, durante su amplio y diversificado paso por el todismo, todo tipo de diligencias laborales dignas de una pesadilla de Borges: lavaplatos, mucama, cartonera, canillita, empleada de veterinaria; barman, camarera, ayudante de sastre, vendedora ambulante, albañil, barista. Ella vendría a ser lo que en inglés se llama 'blue collar', o la gente que no tiene título universitario y desempeña tareas no profesionales. Esta mujer, como el resto de los todistas, tiene un sentido y comprensión estético mas bien ecléctico y difuso. No sabe la diferencia entre Barroco y Rococó; siempre supuso que Manet era Monet ( o viceversa ); o confunde el Art Decó con el Art Nouveau. Escribe con faltas de ortografía, se desentiende de la sintaxis, no entiende dónde van las comas; pero por otra lado, gusta de sacar fotos, martirizar relojes, ir a museos, visitar artistas y contar qué ve y cómo lo siente y experimenta. Señoras y señores, no los entretengo mas: Bienvenidos a Seren Vintage Watch Gallery

El poder encantador de don Francisco y su libro mágico

 Durante mi viaje a San Miguel de Allende durante noviembre de 2022 me crucé con el shaman Francisco Rodríguez y su libro de adivinación y predicciones, el famosísimo Tonalamatl de Aubin. Muchos bibliófilos hablan de este libro y lo que significa para la comprensión y entendimiento de la cultura Azteca; sin embargo, muy poca gente lo ha tenido en sus manos. Esencialmente, este texto (Tonalamatl se traduciría como 'Libro de Días') se usaba para consultas de iniciación, adivinación, origen y predicciones y su posesión estaba restringida a los sacerdotes aztecas.

El libro que verán en las fotos es una reimpresión en facsímil de 1981 publicado por Carmen Aguilera, que conserva los comentarios introductorios de Eduard Seler y que se basa en el libro publicado por la viuda de Eugene Goupil en 1900, el mismo que había adquirido este y otros documentos precolombinos en 1889 al mentado Joseph M. Alexis Aubin ( aquí está la razón de por qué este códice se llama como se llama). Aubin, a su vez, lo había comprado a un tal Fréderick de Waldeck; quién a su vez lo había comprado bajo dudosas circunstancias a principios del siglo XIX.

 Lamentablemente, la historia y desventuras de este libro no terminan con el inquieto Albin sino que traspasan varias décadas durante los cuales el manuscrito fue robado, secuestrado, malvendido, arrancado, pisoteado y manoseado. Pocas veces en la historia encontraremos un caso paradigmático como el de este Tonalamatl y en el que se conjugan engaños, celos, avaricia, delitos y crueldad. En 4 siglos el libro fue y volvió a Europa varias veces y formó parte de colecciones privadas y públicas de lo más variadas; no exagero si les digo que este códice podría ser protagonista de una novela de espionaje, policial, con intrigas y sexo y tener un extraordinario éxito de crítica y público (Netflix se lo está perdiendo...).

No es objeto de este blog y su autora hacer una detallada y pormenorizada cronología de todos los caminos y vericuetos por los que ha pasado este códice; pero sí es muy importante que les comente que el libro, técnicamente, pertenece a Francia, pero el país galo lo ha dado en comodato in aeternum a México. ¿ Como se explica esto...? Resulta que en 1898 la viuda de Eugene Goupil (el último dueño particular del libro) dona el Tonamatl de Aubin a la Biblioteca Nacional de Francia. Pero en 1982 el abogado mexicano José Luis Castañeda del Valle lo roba (sí, lo roba) de esa biblioteca y lo lleva de vuelta a México. Dos meses después del robo la policía mexicana detiene al abogado y recupera el libro; y en un golpe de timón, el estado mexicano decide quedarse con lo que es suyo, que es patrimonio histórico mexicano, y se niega a devolver el códice al gobierno francés. Durante casi 10 años ambos países estuvieron tironeándose y chicaneándose por el Tonalamtl de Albin hasta que en 1991 llegaron a un acuerdo: el libro seguiría siendo propiedad de Francia, pero ésta lo daría en comodato eterno a México. El libro, en estos momentos, se encuentra en el Instituto Nacional de Antropología e Historia.  

Paso a las fotos que he sacado del facsímil de 1981 y edición de Carmen Aguilera, por gentileza del shaman Francisco Rodríguez.








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