

Y para amenizar, unas palabras:
No siempre se puede agradar, ser feliz, ser justo. No siempre es posible contemplar a los semejantes en todos sus atributos, sus características, sus justificaciones. No se puede emprender o planear sin tener claro qué queremos, qué sentimos, cuál es la meta.
Todo no se puede.
Porque no es posible diplomarse de sabio sin desconocimiento, sin esa miseria de ultratumba que es el dolor por el semejante, el atormentado pequeño ignorante de la ciénaga de los olvidos o los fastidios que crecen de manera exponencial. Los malentendidos son obesos y abundan, parecen un fertilizante desmedido que se esparce y causa daño, a veces irreparable.
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