Don Rafael comprendió pronto las necesidades y deseos de compra de los porteños. Puso una mueblería sobre la calle Sarmiento, prosperó rápidamente y en pocos años ya tenía un gran edificio de varios pisos en el centro neurálgico de la ciudad. Pero Díaz vivía lejos ( la sureña localidad de Banfield ) y necesitaba estar cerca de sus negocios. Por lo que se le ocurrió mandar a construir un chalet estilo Normando - igualito a uno que había visto en la localidad balnearia de Mar del Plata - en el mismísimo techo del edificio de la mueblería.
Los años pasaron, don Rafael falleció, la mueblería cerró y el edificio y sus pisos fueron destinados a oficinas. Pero el chalecito siguió allí, asombrando y deleitando a los que solemos levantar los ojos y mirar el cielo.
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