Los todistas son una raza en extinción: especialistas en no tener especialidades; estrategas en no tener estrategias; decididos a no tomar decisiones; carentes de vocación y el sentido especulativo de la conveniencia y la oportunidad. Seren, la señora que escribe en este blog, ha desarrollado, durante su amplio y diversificado paso por el todismo, todo tipo de diligencias laborales dignas de una pesadilla de Borges: lavaplatos, mucama, cartonera, canillita, empleada de veterinaria; barman, camarera, ayudante de sastre, vendedora ambulante, albañil, barista. Ella vendría a ser lo que en inglés se llama 'blue collar', o la gente que no tiene título universitario y desempeña tareas no profesionales. Esta mujer, como el resto de los todistas, tiene un sentido y comprensión estético mas bien ecléctico y difuso. No sabe la diferencia entre Barroco y Rococó; siempre supuso que Manet era Monet ( o viceversa ); o confunde el Art Decó con el Art Nouveau. Escribe con faltas de ortografía, se desentiende de la sintaxis, no entiende dónde van las comas; pero por otra lado, gusta de sacar fotos, martirizar relojes, ir a museos, visitar artistas y contar qué ve y cómo lo siente y experimenta. Señoras y señores, no los entretengo mas: Bienvenidos a Seren Vintage Watch Gallery

El chalecito que está en el cielo

Cuenta la leyenda que Rafael Díaz trabajó en su adolescencia en una mercería del centro de Buenos Aires. Allí el dueño lo dejaba dormir sobre los mostradores luego de las agotadoras jornadas de venta. Premiaba, así, el esfuerzo del joven español, al que le vaticinó que por sus esfuerzos y temple tendría ganado " un chalecito en el cielo".
Don Rafael comprendió pronto las necesidades y deseos de compra de los porteños. Puso una mueblería sobre la calle Sarmiento, prosperó rápidamente y en pocos años ya tenía un gran edificio de varios pisos en el centro neurálgico de la ciudad. Pero Díaz vivía lejos ( la sureña localidad de Banfield ) y necesitaba estar cerca de sus negocios. Por lo que se le ocurrió mandar a construir un chalet estilo Normando - igualito a uno que había visto en la localidad balnearia de Mar del Plata - en el mismísimo techo del edificio de la mueblería.

Los años pasaron, don Rafael falleció, la mueblería cerró y el edificio y sus pisos fueron destinados a oficinas. Pero el chalecito siguió allí, asombrando y deleitando a los que solemos levantar los ojos y mirar el cielo.






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