Lo que me ha pasado durante mi última visita al New Mexican Museum of Art ha sido extraña: vagabundeando por la galería del segundo piso, de pronto, me pareció que estaba frente a fotografías de la brillante y controvertida Tina Modotti. Pero una vez repuesta del asombro, pues leí que en la exposición no había fotos de ella sino del gran fotógrafo mexicano Manuel Carrillo (1906-1989).
Modotti fue una fotógrafa italiana determinante y controversial en el panorama fotográfico mexicano y en la manera de retratar a los campesinos, indios, escenas de la vida rural y social en la década del '20 y parte del '30 del siglo pasado.
El uso de una narración visualmente indígena y directa, de la luz cruda, de la escena dramática, de los contrastes como abismos y la dinámica de exponer un canon diferente de belleza y realismo en la imagen es lo que ha llevado a que se considere a Modotti como una de las fotógrafas más influyentes del siglo XX.
Y por eso me confundí: se nota que don Carrillo se estudió de memoria la obra fotográfica de Modotti; pero en su caso, prefirió licuarle el contenido político, reivindicativo y de denuncia; suavizando, pasteurizando y eliminando ideología y cometido social en sus fotos. La misión y propuesta artística de Carrillo, por ello, es completamente diferente a la de Modotti, pues él ha tomado fotos como lo haría un antropólogo o un viajero; de los tantos que merodeaban México en aquella época.
A pesar de las diferencias, Carrillo se vio profundamente influenciado por la obra y legado de Modotti y se puso a recrear escenas típicas del México profundo, allí por los '50 del siglo pasado. Cierto es que Manuel Carrillo llegó tarde al arte fotográfico y a la mitología del Modernismo y Mexicanismo (tenía 50 años cuando empezó a tomar fotos); y ello se nota en sus fotos sin polémica y muy estéticas.
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