Quizás porque en el fondo los genes mandan y la memoria y habilidad oral aprehendida de los ancestros atraviesa el pleno siglo XXI con alegría, belleza y humor.
A qué sí: los mexicanos tienen mucho humor y ríen con alarmante facilidad.
San Miguel de Allende tiene varias particularidades: un centro histórico que se conserva inmaculado y tal y como era ( con mínimos cambios ) hace 250 años atrás; tiene la mayor concentración de población no mexicana del país y ha tenido en su haber tres nombres anteriores: Izcuinapan, San Miguel el Grande y San Miguel Chichimecas.
Y por supuesto que la ciudad debe su nombre a su fundador: don Juan de San Miguel.
Deseo mostrarles dos relojes. Uno está en el mero centro de esta ciudad en una torre junto a la Catedral de San Miguel. La torre es del siglo XVII pero el reloj está marcado en 1901 - puede que sea la fecha de una restauración. La torre y la parroquia están frente a una hermosa plaza llamada " jardín ".
A unos pocos kilómetros del centro de San Miguel de Allende se encuentra el muy pequeño pueblo de Atotonilco. Allí existe un Santuario considerado como " La capilla Sixtina de América " por la exquisitez, belleza, desborde y extrema sobreexposición del barroquismo mexicano de los murales que cubren la totalidad de las paredes y techo del santuario.
Esos murales fueron pintados por un solo artista, don Miguel de Pocasangre quién estuvo 30 años ocupándose de embellecer las paredes y techo del templo que conserva casi toda su estructura original de mitad del siglo XVIII.
El santuario tiene status de Patrimonio Cultural de la Humanidad y es hoy un lugar de constantes peregrinaciones.
Disculparán que no ponga fotos del interior del templo. No hago fotos en lugares donde se practica la religión - sea ésta la que sea -. Pueden, si les interesa, buscarlas en san google.
Pero sí le hice fotos al reloj de la torre. El reloj es electromecánico y fue puesto en funciones por la muy afamada casa mexicana de relojería monumental Familia Olvera de Zacatlán.
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