El mundo entero sufre una inundación de vinos californianos. Depende de donde nos situemos, algunos distritos de California tienen viñedos desde hace siglo y medio. Pero hay nuevas locaciones muy jóvenes que entraron al mercado hace poco, tal es el caso de Russian River Valley. De la nada absoluta, y hace poco menos que 50 años, nadie en Northen Soloma County ( para que se ubiquen es a unos 100 km. arriba de San Francisco ) sabía nada de vinos.... y sin embargo, hoy día ese distrito, popularmente conocido como " Wine Road " es el primer destino obligado de USA para someliers, adoradores de vino, fanáticos catadores, bebedores lúdicos o simples viajeros hambrientos por la cruiosidad.
Northen Soloma County esta dividida en tres secciones: Alexander Valley, Dry Creek Valley y Russian River Valley. En la recorrida pasamos por las tres secciones y visitamos mas de una docena de viñedos y vinotecas. Pero una, especialmente, me llamo la atención.Se llama Porter Creek. Es muy pequeña, rústica, simple, desordenada, enclavada en una suave ladera de Russian River Valley. Me gustan mucho los lugares en los que la falta de orden, pulcritud y sentido comercial hacen que el tiempo se detenga. Disfruto mucho de esos momentos en los que puedo apreciar que aun hay personas que aman lo que hacen y cómo lo hacen, mas allá del resultado comercial o de estrategia de marketing. Por darles un ejemplo, el somelier-vendedor-asistente-cajero y/o encargado de las ventas de Porter Creek es capaz de saciar la sed de cualquier ser que se acerque a la pequeña habitación de degustación con muy generosas medidas de vino de todos los tipos. Que si los que se animan no se miden.... ya no pueden seguir de recorrida. Este señor multiple-función también hace la suerte de guía de la región, da consejos sobre cocina, portador de cajas, maestro de ceremonias o sencillo orador, según cada cual lo tome.
El pequeño viñedo de las imágenes empezó en 1977 con George Davis. Y lo sigue su hijo Alex y su nieto Rusty. Es posible verlos a padre, hijo o nieto trabajar en la hacienda, hablar con ellos sobre vinos o lo que se les ocurra. Y mientras eso pasa cualquiera de ustedes puede darle de comer a las gallinas que vagan alegremente persiguiendo a los visitantes, obligándolos a rebuscar migas en los bolsillos.
Es un lugar fabuloso.
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